"En una taberna eso ocurre cuando no entra nadie a tomar siquiera una copa. Es deprimente y difícil. Pero, hay ocasiones en que, por un alineamiento de los planetas quizá, ocurre. A mí no me preocupa precisamente. Ya os lo he contado anteriormente, la monotonía no me resulta para nada aburrida. Pero, de un modo u otro, sucede de vez en cuando.
Ese era uno de esos días. "
Fragmento: "Los dos se encontraban apoyados contra la pared del castillo, la de la zona oeste. El escenario era perfecto para la infiltración en el castillo. Habían conseguido llegar sin ser vistos gracias a un camino que conocía Vado, el que le había mostrado su hermano y por lo que se encontraba en esas circunstancias. Una vez allí, al ser una noche tan horrenda, la guardia había reducido sus rondas y dado que el tiempo era horroroso, la vigilancia del hangar sería menor. Era el momento que habían estado tanto tiempo esperando. "
Fragmento: "Grandes bosques, que se extendían kilómetros y kilómetros, de multitud de colores. Verde, marrón, incluso algún tono morado. Nadie se atrevía a entrar en ellos. Los árboles eran frondosos y altos. Se encontraban tan juntos entre sí que todas sus copas se hacían una. Por la noche, procedente de su interior, se podían escuchar lamentos, susurros y rugidos. Todos de origen animal. Sonidos desconocidos y amenazadores. Nadie se atrevía a adentrarse en ellos. Ni siquiera con ambos soles en lo más alto del cielo. Una vez entrabas se hacía la sombra. No había camino ni vereda, sólo tú y la inmensa oscuridad ofrecida por las sombras. Pequeños rayos se colaban entre las ramas, pocos, pero suficientes para apreciar que una vez entrabas no había escapatoria."
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